Todos sabemos que hoy en día el español es el tercer idioma más hablado del mundo después del mandarín y el inglés, y parece que en los próximos años tomará la segunda posición. El español se habla en prácticamente todo el continente Americano, Brasil es el único país de Latinoamérica en el que se habla portugués y, a día de hoy, podríamos recorrer prácticamente todo Estados Unidos y no decir ni una sola palabra en inglés. Probablemente éste sea un gran motivo para comenzar a aprenderlo.
En la sociedad en la que vivimos las prioridades cambian según las necesidades económicas, según dónde se halle la oportunidad de negocio, y así, los sistemas educativos han ido cambiando de idioma dependiendo de hacia qué continente viren los mercados internacionales que generan mayores ingresos.
Mi experiencia como profesora, pero sobre todo la personal, me ha enseñado que, para aprender un idioma, hace falta tener una buena motivación y cada uno debe encontrar la suya. Los niños en edad escolar necesitan encontrar su “porqué” para estar interesados en cambiar (unas horas a la semana) su idioma materno por uno que se habla a miles de kilómetros de su país. A ésta labor nos hemos de dedicar los profesores; ayudarles a buscar una motivación que les haga desear aprender otro idioma es parte del trabajo en el aula, y una vez la encuentran, el aprendizaje se hace fluido.
Soy una viajera incansable, he vivido en varios países y he conocido a mucha gente maravillosa gracias a hablar inglés y español. He recorrido Sudamérica con mi lengua materna y me he comunicado con gentes de Paraguay, Argentina, Venezuela y Cuba. Aprendí inglés para poder vivir en el país que me acogió, en Reino Unido, y gracias a eso hoy estoy aquí y puedo comunicarme con ellos, conocerles, enseñarles. Aprender un idioma, sobre todo uno que habla tanta gente alrededor del mundo, es un regalo porque da la oportunidad no sólo de trabajar en diferentes países sino también de conocer a muchísima gente de diferentes nacionalidades, disfrutar de los lugares y ser capaz de desenvolverte en ellos. Si soy capaz de transmitir a mis alumnos la maravillosa experiencia de poder comunicarse y conocer a otros seres humanos a través del idioma, si consigo que cada uno encuentre un motivo por el que desea viajar por el mundo, ver otros lugares, conocer a sus gentes y comunicarse con ellos, entonces, mi labor está hecha, porque yo les podré enseñar los primeros pasos del español, pero ellos y su motivación personal harán el resto.
